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Mostrando las entradas de julio, 2008

entonces

según ellos mi pelo es encaracolado y la palabra me resultó tan linda "El lenguaje es una creación estética. Creo que no hay ninguna duda de ello, y una prueba es que cuando estudiamos un idioma, cuando estamos obligados a ver las palabras de cerca, las sentimos hermosas o no. Al estudiar un idioma, uno ve las palabras con lupa, piensa esta palabra es fea, esta es linda, esta es pesada. Ello no ocurre con la lengua materna, donde las palabras no nos parecen aisladas del discurso." Jorge Luis Borges Fragmento de Siete noches , México, Fondo de Cultura Económica, 1998 - conferencia dictada en el Teatro Coliseo de Buenos Aires en 1977- habrá que romperse la cabeza para aislarlas martillarse la mente hasta el hartazgo hacia el hartazgo y enmudecer de placer

perseverante

El ruido de las piedras golpeando mi ventana es constante. No m deja dormir. Está allá afuera, impaciente supongo, pero no le voy a abrir. Nunca pensé que estuviese tan loca, tan fuera de razón. Ya nadie la quiere ver , nadie la quiere cerca; yo menos. Me persigue hace días. Me asusta con golpes, gritos, caricias, suspiros. A veces, mientas me afeito, el espejo me devuelve su rostro. A veces en mis sueños me transformo en ella. Estoy en el trabajo y ella me espera a la salida. Tomo un café y ella se sienta junto a mí. Escapo y me persigue. Ya había notado cómo todos la evitaban. Al principio no le di importancia, pero con el paso del tiempo comencé a sentirla tan insoportable, asfixiante más bien, c0omo la encuentran los demás. Estuvo molestando a varios conocidos, tuvieron suerte y se la sacaron de encima rápido. Ahora se la agarró conmigo y no me deja dormir. El ritmo de los golpes es cada vez mayor y mi corazón acelera con ellos; tuc tuc tuc tuc tuc tuctuctuc De

extremo equilibrio

Caminaba sobre una fina, tensa, afiliada cuerda. Bajo cinco mil metros, el suelo áspero, lejano. Llevaba sobre su espalda un gran peso, un piano desafinado, viejo. Mientras caminaba, sentía la cuerda bajo sus pies como si ésta fuese un cuchillo sin el suficiente filo para cortarlo, pero sí para lastimarlo. Trabajosamente mantenía la posición para no perder el equilibrio. El piano no se movía ni un milímetro. Le faltaba la mitad del recorrido cuando comenzó a llover. Gotas macizas, molestas. Golpeaban las teclas del piano formando una melodía desconcertante. Con violencia caían sobre su cabeza y, perdiendo fuerzas, formaban un hilo de agua en su gran nariz con forma de gancho. Tenía los ojos cerrados, no quería ver el vacío. Cada vez se inclinaba más, el piano lo superaba. Ya pensaba que en el caso de que no perdiera el sagrado equilibrio, igualmente caería hacia la muerte después de que la cuerda le atravesara los pies. Sin embargo llegó al otro lado sano y salvo. Colocó el piano en
quisiera lucir como una luciérnaga y tit tit titilar dubitando volaría chau, me voy chau, me fui que no me atrape ningún niño, por favor que no me encierren en un vaso de vidrio sólo para observar tit tit titilando mientras dubito mientras me fui

Sin título

Se despertó y era todo blanco. No había nada más que blanco. Todo blanco. Ni olor, ni texturas, ni sonidos, ni sentimientos. Caminó para llenar un poco todo ese abismo de nada. Observaba el blanco. No sintió ni pena ni dolor ni curiosidad. Apatía. Lo único que sentía era el latido blanco y su respiración, fresca, llena de aire blanco. Cerró los ojos y seguía viendo blanco. Escupía blanco, vomitaba blanco, gritaba blanco, le importaba un carajo. Era un blanco que no se acababa nunca y lo consumía. Lo transformó en base a sus necesidades. Blancas. No era nada. No representaba nada. Salvo el blanco.
No podía hablar. Cada vez que quería decir algo salían millones de insectos de su boca. Sentía sus minúsculas patas en su garganta, las antenas acariciando su paladar. Mientras más importante era lo que deseaba decir, mayor era la cantidad de ellos. Ya ni trataba de establecer contacto con la gente. Trató de aprender el lenguaje de los sordomudos, le fue difícil hacerlo y lo poco que aprendió no le sirvió de mucho, las personas se horrorizaban al verle las manos. Le faltaba el dedo mayor de cada una de ellas. Además, su apariencia externa transmitía toda la desesperación que sentía, estaba urgido por ayuda, por comunicarse. Escribir tampoco podía, no sabía hacerlo. Era una de las tantas personas analfabetas en el mundo. En su familia los primogénitos no recibían más que la educación familiar básica, era una vieja tradición que sus padres no quisieron romper. Después de cuarenta años de incomunicación no soportó más, se puso una bolsa en la c