Entradas

Mostrando las entradas de diciembre, 2008
Me tamborilea el corazón, entonces pujo. Y sabré que saldrá una bala dirigida a aquel espacio. Aquel espacio entre los omóplatos, ése que te queda tan lindo. Estreno cuaderno escuchando a Spinetta y prefiero cambiar de lugar. Los omóplatos, no. Mejor ahí. Donde se anudan los sesentaypico de músculos. Y sí, probablemente te duela un poquito.

Ponele el título que quieras

No le importás. Y lo sabés. Le encanta escuchar el sonido de su voz. Habla habla habla hablahablahablah blah blah blah. Regurgita palabras. Pero el viento no sopla. No. Todo esto, a mí, me divierte. Y lo sabés. Disfrutá de tu desnudez mientras sus palabras no flotan, no, en el aire. Caen pesadas y gomosas, porque no se rompen, pesadas y gomosas sobre el piso que no cruje, no, que no cruje porque es aburrido. Te habla de arte ¿viste? De aquel arte al que vos nunca, nunca, vas a poder colocarle mayúscula. Y lo sabés. Jodete, sos culpable. Jodete, te declaro culpable. Cómo me hacés reír. Ahora ya no sentís tanto placer. Tampoco la pasás mal. De eso se trata la mediocridad. Estar en el medio, siempre; vanagloriarse de no quedarse en los extremos. Estancarse y no caminar por la cuerda floja que vulgarmente compararías con un renglón a medio escribir. Imbécil. Querés que lea ¿no? Que lea y salvar un poco tu imagen. Aunque sabés, sí, sabés que es una estupidez. Pero esto es lo más hilarante